“… Febrero 1993. Una larga y calida noche de fiesta. Música y ambiente a todo dar. Alcohol; mujeres bellas y de alto rango y sociedad. Una recepción importante con prominentes presentes, diplomáticos, políticos, artistas, y allí yo…pequeño, minúsculo, pero, presente y haciéndome notar entre los más grandes. Amigo de todos, siempre una sonrisa, una picardía; un beso. Sintiéndome El Cesar en
Sumergido en mi secuestro interno, no vacile en moverme hacia las hembras, que mis sentidos y libido aumentado, decidieron ser las victimas perfectas. Bellos rostros, cabellos oscuros, piernas largas y escotes sugestivos. Mi papel estaba en desarrollo, la actuación parecía algo extremadamente sencillo. Mis palabras, que comenzaron siendo muy cautelosas, progresaron al ritmo de la conversación; hasta hacerse arriesgadas, sugestivas y peligrosas. Sin embargo, mis compañeras parecieron aceptarlo y seguir un juego de seducción que duró hasta avanzada la noche y culminó en el clímax y un portentoso orgasmo, en un sitio, poco reservado y para nada discreto. Lo que causo risas apagadas, miradas sugerentes de mas y mejor calidad. Pero por una extraña sensación quería más de aquella estela para preparar mi cuerpo para lo que se avecinaba. Busque y encontré más entre mis congéneres; quienes se encontraban ya muchos en sus propios asuntos. Una o dos dosis, suficiente para lograr lo que deseaba. La ingestión desenfrenada del alcohol, el libido, las intensas relaciones sexuales y el ambiente en si; agotaron mi organismo, haciéndolo caer en un estado estuporoso. Ya las cosas no eran tan claras, las palabras tan precisas ni el dialogo tan fluido.
Vencido al fin por el sueño, busque acomodo en algún espacio junto a una de mis compañeras, para descansar y dormir. Mis ojos se cerraron, casi al instante y caí en profundo sueño. Buscando arropar mi cuerpo, con la “piel de gallina” por el frío de la muy temprana mañana; me encontré casi solo; con excepción de algunos amigos/as. Mi compañera desapareció en mi sueño, sólo para enterarme horas después, que era menor de edad e hija de uno de los invitados más importantes de aquel comité y pareja de uno de los dueños de la casa en cuestión. Un rápido baño en la helada piscina; seguido de la búsqueda de mis objetos personales, las llaves de mi vehiculo y una rápida llamada a través del teléfono celular; fueron lo único necesario para seguir el camino; el cual termino con un desayuno en una de las areperas mas prestigiosas del momento y las risas alborotadoras, del recuerdo de todos aquellos actos que produjeron bochor
no, ridículo y pena; incluido el mío que fue (en retrospectiva) lamentablemente festejado y aplaudido como el más “genial” d
e la noche.
En ese momento exacto, terminó un trayecto de un camino, y empezó para mi ho
rror; el comienzo de otro distinto; que ha marcado mi vida y lo sigue haciendo de tanto en tanto. Aquí comienza la batalla entre mi enemigo más odiado, temido y yo…”